sábado, 12 de febrero de 2011

Carta del alma revolucionaria olvidada:


No me pidas que deje de abrazar a aquel que se reúne en asambleas populares, su sentir es único, sus ideas valen como cualquier oriental de pura cepa.

No me digas que aquel que levanta una bandera comunista, esta fuera de época, es solitario y olvidado.

Jamás dejaré de estrechar mi mano, a aquellos, o aquel individuo solitario que crea profundamente en el valor de sus ideas.

No me dejes nadando en solitario cerca de una isla sin salida, dame la oportunidad de darle al alma revolucionaria la capacidad de escuchar, discutir, discernir, reflexionar y optar por el camino por recorrer.

¿Quién eres para creerte el dueño de la verdad? ¿eres el Mesías? ¿acaso no eres mortal y tu esencia es el error?

No me digas a quien mirar, porque solamente mi alma encontrará el camino por transitar, no me busques un rumbo, porque mi suerte está echada al mar.

No se te ocurra olvidar el pasado, no me hables de reconciliación si veo llorar a diario por la tristeza de quienes intentan silenciar.

A ustedes que miran con recelo cada estrofa, cada párrafo desde hace años, estudiando, sacando apuntes sobre nuestra conciencia revolucionaria.

A ti que miras con ojos despiadados, que estás allí, reconfortándose, alimentándote de odio, rememorando sangre del pasado.

Sé que me vigilas silenciosamente, me ha tocado encontrarte, instantes de pena has dado en mi alma, no se me ocurre un sueño en tu almohada sin que el dolor recorra tu ser.

Padre Artigas, no es el odio lo que tu corazón pregonó para estas tierras, como decirle a un hermano de este suelo, no te miro, no te acompaño, no te escucho ni te entiendo.

¿Cómo pensar en ideologías sin buscar la unidad, la comprensión y el amor por la patria?

¿Se puede ser joven sin encontrar en la rebeldía una pieza inquebrantable para caminar en este mundo que se cae a pedazos?

¿Cómo no sumarme cuando existen pueblos comprometidos con la verdad y el amor?

No me hables de realidad, no se te ocurra decirme que el mundo gira antagónico al ideario heredado, no me dejes sin pensar, no me cortes las alas.

Tu sabes bien que aquel soñador solitario, aquel que encontró una utopía, cerró los puños y miró al cielo dejó un rastro eterno para todas las generaciones.

Nuestra mirada franca sabe, quizás con dolor y un dejo de tristeza que nuestro camino sobre pasa nuestras vidas, la herencia recibida es compartida y nuestro pensamiento rompe cualquier intento que no tenga que ver con el sentimiento, con el compromiso y el amor por una causa, por la verdad, por nunca más transitar páginas negras, por cicatrizar heridas que aún siguen sangrando.

¿Quién eres, te has olvidado de la palabra REVOLUCIÓN?

Traductor / Translator

Wikipedia

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