Aquel uruguayo conservador, medido y austero quedó en el olvido, hoy en día los tiempos han cambiado y los nacidos en la patria de Artigas entraron de lleno en las premisas económicas de aquellos países netamente neoliberales.
En décadas pasadas las tarjetas de créditos eran pequeños plásticos guardadas en cada billetera, solamente eran usadas para grandes cuentas y aquellos gastos imprescindibles que al contado costaba mucho pagar.
No es extraño y es moneda común ver en filas de supermercados y grandes tiendas de vestimenta y electrodomésticos pagar pequeñas sumas de dinero con tarjetas de crédito, generando un uso y abuso de dichas financiaciones generando endeudamientos y una calesita sin fin del cobro laboral y el pago de los créditos, eliminando en muchos casos el dinero constante y sonante.
Tampoco escapa dichas premisas el pago diario de alimentos que también es moneda común realizarlo con tarjetas de crédito, generando las mismas condiciones anteriormente mencionadas. Con un elevadísimo costo de vida, una inflación en alza, haciendo del día a día una epopeya para vivir.
En una era netamente consumista y despiadada los uruguayos vivimos prestados y endeudados, ya no quedan colores para llamar a empresas de créditos, el verde, el amarillo, el naranja, el degrade todas crecen a pasos agigantados exterminándonos con intereses y volviéndonos cada día mas ciudadanos prestados, en una especie de ecuación del trabajo titánico, cobro mensual, pago de cuentas y créditos, y así sucesivamente mes a mes.
Paradojalmente nunca en décadas los uruguayos nos hemos vuelto tan consumistas y materialistas como en estos tiempos, contradictorio si vemos que quienes gobiernan nuestro territorio son de "izquierda", bueno, quizá por lo menos en los papeles.
Convendría realizar una sana autocrítica y ver que aunque todo lo mencionado sean premisas latentes de un mundo globalizado consumista y mortal, estos comportamientos no se condicen con una forma histórica de proceder como uruguayos.