Cuanta contradicción escribir y exponer frases y textos cuando tu querida y entrañable presencia ya no es la de la palabra justa mágica y certera. En tiempos donde se le hace culto sagrado a miles de personajes de cartón en célebres shows diarios en la vecina orilla, a ti en años nuestra televisión no te ofreció un minuto ante tanta obra consciente solidaria reflexiva y vital.
Mago de la palabra, quienes seguimos desde años tu obra, quienes admiramos tu talento, magia y compromiso, jamás dejaremos de enamorarnos de tu sabia oportuna cálida y bienvenida reflexión.
Tus libros y poemas serán alimento continuo de quienes acunamos profundamente la revolución y las causas por quienes menos tienen.
Las venas abiertas de América Latina seguirán sangrando y allí estaremos tus seguidores, marcándolas, nombrándolas para que el mundo sepa, cuan hondo es el dolor de este continente, golpeado y pisoteado desde siempre.
La estrella que encontraste seguramente será la misma que la de Mario y juntos desde arriba seguirán mirando y brillando con el talento inagotable y esos corazones profundamente sensibles latiendo a la izquierda, esa izquierda que se enorgullece por cada una de sus obras.
Un eterno gracias, un adiós y hasta siempre, las letras y éstas palabras tristes y melancólicas te extrañan. ¡Ayer, hoy y siempre abracadabra(*) Eduardo Galeano!
(*) "Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abre puertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por los caminos del mundo, la repito ahora:
Caminantes de la justicia,
portadores del fuego sagrado,
¡abracadabra, compañeros!"
(Parte del discurso de Eduardo Galeano pronunciado en el Obelisco de Montevideo, en el cierre de la campaña contra la ley de impunidad, la noche del 20 de octubre)